26.12.06

Psicología Vs. Torá

BS'D

Por el Lic. Hernán Moshé Wahnish *

1- Introducción

Si deseamos ensayar un análisis que de cuenta de los posibles puntos de compatibilidad o disonancia entre psicología y Torá, sería necesario saber que estamos frente a dos campos cuya relación está teñida por un mar de mitos y prejuicios. Un mar conformado por psicólogos y la comunidad observante. Ambos son portadores de una amplia gama de prejuicios originados por ideas y representaciones distorsionadas, y como es sabido, la ignorancia generalmente suele venir acompañada de una cuota de soberbia. De este modo, tanto unos como otros al relacionarse con actitudes prejuiciosas y descalificantes contribuyen a producir y reproducir un círculo vicioso que dificulta la interacción.

Por esta razón el objetivo de estas líneas es presentar los supuestos “conflictos” que más frecuentemente he escuchado de ambas partes y tratar de demostrar que tales “contradicciones” son sólo producto de la ignorancia y los prejuicios.

2- Prejuicios de los psicólogos hacia los observantes de la Torá

“Viven de acuerdo a dogmas incuestionables”

“Son muy cerrados, ya que están subyugados a un conjunto de mitologías e historias fantásticas”

“No pueden pensar por sí mismos, carecen capacidad de elección y espontaneidad, ya que todo tiene que ser como y cuando la Tora lo dice; incluso hasta en lo que respecta a las relaciones íntimas”

Por un lado hay que elucidar la cuestión de qué es realmente el judaísmo; buscando las definiciones en las fuentes genuinas, la Torá.

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Judaísmo no es una religión

Si revisamos la definición de religión en cualquier diccionario dice “culto que se tributa a la divinidad”, connotando una suerte de pago que se realiza hacia Di´s. Sin embargo, en el judaísmo todas las mitzvot (mandamientos) que se realizan son para el beneficio del ser humano, no son ningún tributo a la divinidad. Los sabios místicos dicen en el Zohar (el nivel más profundo de interpretación de la Torá) “no son 613 mandamientos, más bien son 613 consejos para el bienestar del ser humano en este mundo y en el mundo venidero”

Judaísmo no se basa en la fe

No hay nada más ajeno al judaísmo que conceptos como “actos de fe”, “dogmas” y “axiomas”. Hay un dicho popular que versa “creer significa no saber”. Cuando alguien dice “yo creo en Di´s”, no hay certeza. El judaísmo no pretende que la persona acepte a priori sin ningún cuestionamiento la existencia de Di´s y que la Biblia es sagrada, y hay una cantidad de referencias que hacen alusión a esto. El Rambam, Maimónides, en su obra cumbre el “Mishne Torá”, empieza diciendo: “El fundamento de los fundamentos y la columna vertebral sobre la que se reposa el Judaísmo es el daat”(el daat es un verbo que se refiere al ejercicio racional como método del conocimiento). Por lo tanto el objetivo es saber que Di´s existe y nunca creer ciegamente. Entonces llamarlo “una cuestión de fe” al judaísmo es desmeritarlo, cuando lo que pretende es que el ser humano analice racionalmente la existencia de Di´s, así como las evidencias de tipo científicas del origen divino de la Torá, y de ningún modo que acepte al judaísmo como dogma.

Ahora vamos a ajustar nuestros lentes para introducirnos en otro punto crucial que funciona como disparador de prejuicios en profesionales que no poseen un conocimiento serio de Torá ni un entrenamiento adecuado.

Esto lo encontramos en los recovecos más íntimos de la subjetividad del psicólogo; es decir, en su sistema de valores y creencias personales. Estos factores entran en juego cuando el profesional al tomar contacto con un paciente observante se encuentra frente a una persona que posee una cosmovisión casi diametralmente opuesta a la propia. Esto naturalmente le dispara una serie de pensamientos y emociones ambivalentes.

Toda esta dinámica de consonancias y disonancias se multiplica cuando el profesional es judío, ya que se suma un elemento identificatorio importante que le resuena en su interior: “¿Acaso él es más judío que yo?” “Si él tiene razón en su modo de vida…¿ entonces yo estoy equivocado?”

Estos elementos se tornan muy obstaculizantes para el profesional, que si bien sabe a escala teórica que debe reconocer y trabajar estas emociones y pensamientos, en la práctica se torna sumamente ingobernable.

Además, al profesional nutrido de las diversas corrientes psicológicas que surgieron en occidente, en un mundo cada vez más globalizado, homogeneizado y uniformado en cuanto a valores, creencias y modos de vida, le resulta a veces imposible distinguir los parámetros de normalidad-anormalidad, salud-enfermedad implícitos en las teorías psicológicas.

Estas confusiones se deben en gran medida a que en los manuales psiquiátricos (D.S.M IV) utilizados como modelos para clasificar los trastornos mentales, se apoyan en valores que están determinados por un factor cuantitativo; esto quiere decir que lo común y mayormente aceptado para la época, se asocia directamente con lo “normal”. Para poner un ejemplo, el caso de la homosexualidad es muy ilustrativo; en ediciones anteriores de los manuales se la clasificaba como una disfunción sexual, pero cuando la población “estándar” (el consenso social) ya no la interpreta como algo negativo, entonces deja de figurar en las nuevas ediciones del manual como una perversión y pasa a ser una elección posible y sana.

Siguiendo esta línea, si un paciente observante se presenta con alguna de estas cuestiones dilemáticas, el terapeuta no entrenado considerará como valores y patrones “normales” los que son estándares corrientes en el momento presente y “anormales” o “inadaptados” los que se desvíen de esos parámetros. Por lo tanto naturalmente el tratamiento estaría direccionado por determinados valores actuales, muchas veces contrarios a la Torá. Lo que es necesario e interesante recalcar es que estas consideraciones realizadas por el terapeuta son efectuadas de un modo inadvertido, ya que le otorgan significado a la realidad de acuerdo a sus mapas mentales arraigados y cristalizados en su persona. De ahí surge la dificultad para no quedar encandilado por los propios prejuicios al vincularse con un paciente observante.

3- Prejuicios de los observantes hacia la psicología

Los prejuicios y estereotipos que suelen tener en la comunidad observante se dividen en dos grupos. El primero se caracteriza por descalificar tanto a la psicología como a los psicólogos y el segundo grupo considera que no es necesaria la psicología.

Primer grupo:

“Los psicólogos están en contra de la Torá

“No mandamos gente a los psicólogos porque los hacen dejar de cumplir Torá”

“Freud era un pervertido y todas sus teorías son kofrut” (enemigas del judaísmo)

En primera instancia, se puede decir que todos estos prejuicios están sustentados por un desconocimiento o en un entendimiento distorsionado de las teorías psicológicas. Por eso para derribar estos falsos supuestos es necesario arrojar luz sobre algunos lineamientos generales de la psicología en general.

Más allá de definir cómo las distintas teorías psicológicas (Psicoanálisis, Cognitivismo, etc.) conciben al ser humano, y si a partir de ello entran en conflicto con la Torá, o no; vamos a eludir esa cuestión dejándola para un futuro análisis, y abordaremos directamente lo que ocurre en la práctica clínica.

Las técnicas de tratamiento psicológico son, como lo sugiere el nombre, herramientas de trabajo y por lo tanto no tienen la intención de transmitir o impartir valores morales. Los terapeutas tienen instrucciones precisas de no anteponer sus valores personales a los del paciente y de tomar como referencia los modos de vida y hábitos propios de la comunidad en la cual el paciente está inmerso. Por lo tanto, vemos que a priori no se presenta ningún conflicto entre la psicología y la Torá.

Los conflictos pueden presentarse cuando el terapeuta pierde la neutralidad (posiblemente por los motivos descriptos con anterioridad) y comienza a introducir valores personales en la terapia. Por ejemplo si un profesional atiende a un baal teshuvá (retorno a los valores tradicionales de la Torá) y éste le comenta que decidió no mantener relaciones íntimas hasta el matrimonio, el terapeuta no debería calificar esta costumbre como “extremista”, ni buscar las causas de este hábito en un supuesto “conflicto sexual no resuelto que lo condujo a una inhibición severa”, sino más bien debería acompañar a su paciente en su camino elegido. Pero lo importante de subrayar es que a pesar de escucharse casos como estos, no son un argumento suficiente como para sostener la incompatibilidad entre la psicología y la Torá, ya que se tratan de errores cometidos por los psicólogos y no por la psicología en sí misma.

Por eso es necesario siempre hacer esta distinción y no confundir a la psicología (como ciencia) y el proceder, a veces equivocado, de algunos psicólogos.

Una vez superados estos puntos que aparentaban presentar roces, podemos dar un paso más y acercarnos al segundo grupo de prejuicios.

Aquí se desestima a la psicología tildándola como innecesaria, por ejemplo:

“La mejor psicología es la Torá

“Si uno sigue la Torá no debería necesitar un psicólogo”

“No tiene ataques de pánico, lo que tiene es poca emuná”

Para derribar estos prejuicios, es necesario adentrarnos en lo que dicen las autoridades actuales con respecto a cuándo de debe consultar a un profesional en psicología. Tal como lo explica el Dr. Rab. Twersky, una de las figuras más reconocidas sobre psicología y Torá, en su libro “Hagamos un hombre” (Ed. Yehuda, Bs.As. 1996) “El hecho de que la Torá exija que uno busque tratamiento competente para las enfermedades significa que aunque recemos a Di´s pidiendo ser sanados, no debemos descartar la ciencia de la curación común. La enfermedad psicológica no es una excepción y cuando existe una enfermedad emocional legítima que puede responder a un tratamiento adecuado, debe optarse por este último”.

4- Conclusión

Hemos expuesto los mitos, estereotipos y prejuicios que con mayor frecuencia se presentan de uno y otro lado; enunciamos la hipótesis de que éstos se originan en gran medida por falta de conocimiento o por modos inadecuados de comprender determinados aspectos claves de ambos campos. Luego tratamos de introducir la información necesaria para encontrar perspectivas alternativas que permitan superar los supuestos “conflictos”. Así pudimos dilucidar que no se trataban de “conflictos”, sino más bien de una profunda ignorancia nunca advertida por las partes.

*Licenciado en Psicología Universidad de Bs. As. Terapeuta del Centro Neshama y de Guemilut Jasadim

4 comentarios:

Anónimo dijo...

Muy buen análisis. Gracias por publicarlo.
Considero que gran parte del problema Psicología - Torá, se debe a la ignorancia de los psicólogos SIN Torá. Cómo entiende un psicólogo no judío que la Torá es verdad? Cómo entiende un psicólogo judío que vive equivocado como tal? El psicólogo religioso puede encontrar de dónde proviene el conflicto y/o cómo solucionarlo, sin entrar en cuestionamientos religiosos inútiles.
Sin dudas, pienso que si alguien tiene un problema emocional, psíquico, que le impide desarrollar su vida con normalidad, debe consultar a un muy buen psicólogo, y buscarle solución inmediata. Hoy hay nuevas técnicas psicológicas excelentes para todo tipo de patología.


Hace poco, me encontré en la calle con una psicóloga judía que conocí hace dos años, y me vio "diferente". Noté su gesto indiscutible de:"qué lástima esta chica" y algo me dijo. Nos despedimos y me fui pensando: "pobre...".
La psicología de los últimos 100 años y más, ha hecho estragos en la sociedad. Se decía que los padres debían ser amigos de sus hijos, y ya hoy se habla en los libros de “recuperación del poder de los padres”.
Se decía que había que expresarse, sentirse libres, hacer lo que uno sienta para no general traumas. Pero se olvidaron de que el ser humano es una fábrica de generar “sentimientos”, de hecho fuimos creados por Hashem de ese modo, pero EL, no se olvidó de darnos las herramientas para manejarlos.
La psicología ahora se dio cuenta de que los límites son los que dan la verdadera libertad. Las pruebas están asomándonos por la ventana viendo los jóvenes que conducirán al mundo en unos años....
Sin dudas, según mi punto de vista, estamos muy lejos todavía de que la Torá y la Psicología SIN Torá, sean compatibles.

La Torá es entre otras cosas, un manual para vivir este mundo. Hasta la cualidad que menos nos gusta, podemos cambiarla estudiando Torá!
Y si alguien tiene "esa" sensación de necesidad de analizar su vida, que consulte con su Rab, estudie Torá y sobre todo que trabaje la emuná y las midot.
Muchísima gente deja su psicólogo cuando hace Teshuvá, simplemente porque ya sabe para qué vive, y cómo debe vivir.
Escuché de un Rab muy grande de Argentina que dijo:"la depresión es el llanto de la neshamá (alma)que pide a gritos que la alimenten.Si todos cumpliésemos la Torá, los psicólogos se morirían de hambre".

Anónimo dijo...

Muy buen articulo !!!
Respndiendo al primer comentario anonimo del 27-12: Coincido con toda tu reflexion, salvo con el ultimo renglon..."Si todos cumpliésemos la Torá, los psicólogos se morirían de hambre".
Aca partis de un error conceptual, ya que segun tu planteo tampoco haria falta recurrir a un medico en caso de una enfermedad (jas veshalom), sino solamente hacer teshuba y corregir el punto espiritual que no esta bien y produce dicha enfermedad fisica.
Es decir, obviamente que en todo problema ya sea fisico o psiquico hay una raiz espiritual que corregir, el tema es que la shita de nuestros guedolim contemporaneos es consultar a un profesional, ya que no estamos en ese nivel al cual vos te refieris en el cual no haria falta ayuda especializada.
Saludos !!! Sigan asi con la pagina !!!!!

Anónimo dijo...

Ben yehuda, en mi reflexión, la frase final a la que te referís, la dijo un rab muy importante de argentina, y no yo. Y obviamente sus palabras están fuera de contexto, ya que no se refería al caso de que una persona tenga un problema puntual psiquico, sino a los que dicen que necesitan analizarse porque están mal, tristes, no se gustan, tienen “depresión”, stress, ansiedad, etc, etc, etc, ......... y todos esos llamados de la neshamá que está digamos desatendida....Cuando esto pasa generalmente la persona se siente mal o con falta de algo, y en otros casos, Sí, produce una enfermedad que requiere asistencia profesional.
Y en cuanto a que toda enfermedad física tiene una raiz psíquica o espiritual, no hay dudas, aun asi, tenemos la obligación de concurrir a los médicos que son los intermediarios que puso Hashem en el mundo para curar o aliviar una enfermedad (lo alenu). Pero el tema psiquico-enfermedad es muy complejo ya que las enfermedades sabemos que sirven como expiación de pecados y entonces, si la enfermedad depende de la mente y espíritu únicamente, ningún tzadik se enfermaría nunca. No por no tener pecados, porque todo ser humano los tiene en su nivel, pero no se enfermaría nunca por su optimo estado espiritual.
Repito que hace tiempo ya que analizarse se puso de moda, y no porque la gente que se analiza tenga precisamente una enfermedad psiquica, en la cual si sería necesario de un buen profesional, tal como lo aclaro al principio del texto. Saludos!!

Anónimo dijo...

soy una psicóloga española agnostica. Creo que el analisis es muy interesante y acertado. Los conflictos psicológicos y las enfermedades psicológicas deben ser tratadas desde la paiscología esto esta claro. La religion o el modo de vida de una persona deben ser repetados,hay que ayudar al paciente a que encuentre sus respuestas dentro de sus herramientas y su modo de vida. Como no va a ser un apoyo sus creencias, incluso aunque le presenten contradicciones o dificultades asumiendo y analizando nuestras decisiones aprendemos como somos y encontramos como seguir nuestro camino. Una eleccion libre y responsable de un modo de vida, repetuoso con los demás, debería ser una maxima a alcanzar por todos los seres humanos.