7.8.07

10 cosas que aprendí desde que regresé en Teshuvá

BS'D
Este artículo lo encontramos en la página del Dr. Betch y teníamos ganas de compartirlo.

1.- Que el camino de la Torá es mi camino a casa.
Yo siempre me sentí como fuera de lugar. Como que hacer lo correcto no estaba de moda. Si alguien me prestaba un veinte para hacer una llamada de teléfono (antes con esa moneda se hacían las llamadas) y yo lo devolvía, me decían “Ay, qué payasa”; y yo no podía quedármelo, tenía que pagarlo de regreso. Ahora sé que hacía lo correcto.
Así como esto, muchas cosas de mi vida, que me fueron inculcadas, aunque en un ambiente no religioso, ahora cobran sentido, y ahora con más fuerza puedo seguir un camino que está hecho a la medida para mí, al igual que a la medida de cualquier yehudí.

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2.- Que el Shabbat es un oasis en el tiempo.
En medio de este mundo acelerado, si no fuera por Shabbat, yo seguiría en el acelere total. Tal vez pasando mi vida de largo sin detenerme a contemplarla, ni a mi vida, ni a mi familia, ni al mundo en general. Yo siento que antes vivía en un mundo del futuro, no percibía el momento presente, en mi mente iba un paso adelante en mi lista de quehaceres. Ahora el viernes en la tarde, la lista se guarda en un cajón, ni siquiera la tengo a la vista, y me dedico a vivir el momento, sin nada que me preocupe, sin ningún pendiente, me siento a saborear la comida y la charla de sobremesa que nunca tenemos igual entre semana. Créanme, uno dice que puede hacerlo en cualquier momento, que no necesita de Shabbat, pero el caso es que NO LO HACEMOS. Dejo las lecturas más sabrosas para Shabbat, y contemplo lo que leo en mi mente; a veces las ideas penetran más profundamente, a veces no. A veces sólo me la paso jugando juegos de mesa con mis hijos. Pero es realmente sentir y no pensar en preocupaciones.

3.- Lo que no se logra con amor, no se logra.
Si yo forzara a mis hijos, o a mi familia a seguir mi camino a la fuerza, ¿qué estaría logrando? Tal vez logre que hagan más Mitzvot que antes, pero cuando mi rango de influencia ya no esté, ¿qué va a pasar?
Aprendí que la Mitzvá de Brit Milá la hizo nuestro Patriarca Abraham Avinu con amor y con alegría, y esta Mitzvá sigue aún hoy en día, a pesar de lo inverosímil de ésta, ante un mundo de alta tecnología y ciencia avanzada. La gente más alejada la cumple, ¿por qué?

4.- No puedo hacer cambiar a la gente, sólo yo puedo cambiarme a mí misma.
Esto ha sido algo de lo más difícil que he aprendido. El único control que tengo es con respecto a mis propios cambios externos e internos. No existe absolutamente nadie al que yo pueda cambiar.

5.- A veces los logros no se notan, pero allí están.
En mi caso particular, lograr que se me aceptara como shomer Shabbat era uno de mis temores principales, viviendo en un medio ambiente totalmente secular.
Pero para mi sorpresa, poco a poco ha habido aceptación. No fue perceptible, pero se fue dando.

6.- La Torá llena la vida, pero no alcanza la vida para abarcarla, y no importa.
La Torá ha hecho más tolerable mi vida, me ha iluminado en momentos de desesperación, me ha calmado y ha sosegado a mi alma inquieta. Al principio me decía a mí misma, ¿cuándo voy a poder aprender todo lo que hay que aprender? NO me va a alcanzar la vida. Pero ahora sólo disfruto del camino. No voy a abarcarla toda. Cuanto más aprendo, más distancia hay por recorrer. ¿Cuándo vamos a alcanzar el infinito? Nunca. Pero no importa.
Estar en el camino es suficiente.

7.- Un jidush o una idea captada de la Torá da un placer duradero que siempre que lo recuerdo, me da ese placer inicial.
Hay muchas ideas que me han cambiado. Pero una de ellas es que el Sol nos da un ejemplo de la beneficiencia Divina. El sol no cambia, pero actúa de diferente manera sobre las cosas en la tierra. A algunas, las quema, a otras las blanquea... Así es Hashem, Él es el Eterno, y no cambia, pero si yo cambio aquí en la Tierra Su Berajá llegará de maneras distintas.
Otra idea es que el hombre, astronómicamente es una mota infinitesimal del vasto cosmos, pero astronómicamente el hombre es el astrónomo. Este tipo de ideas y otras muchas más me dan para pensar y sentir placer cada vez que las medito.

8.- “Nunca” puedes equivocarte si eres fuerte y permaneces en silencio.
Si yo les platicara cómo este consejo me ha salvado de más de un problema conyugal y familiar... Un día, mi esposo llegó de mal humor del trabajo.
Muchas veces como esposa me siento aludida en tal humor, pensando que algo que hice lo puso así. Aunque me diga que no es así, muchas veces medita uno que si una fuera mejor esposa, o cocinara más rico, o un sinfín de etcéteras, podría cambiarle el humor a él. El caso es que en lugar de insistir de si hay algo que pudiera yo hacer, si el problema es conmigo o no, decidí quedarme callada. Así pasaron 24 horas, al final de las cuales, mi esposo me comentó por qué había estado de mal humor el otro día. Y no tenía nada que ver conmigo. Si yo hubiera empezado a dar mi opinión el día anterior, hubiera abierto un capítulo que tal vez no tenía nada que ver en ese momento y habríamos acabado discutiendo.

9.- Si pides demasiado, no recibes nada.
Yo soy diseñadora gráfica y como tal he incursionado en el mundo del arte. A veces he pintado cuadros, a los cuales al darle el toque final, los arruino. Un arte dentro del arte (si me permiten la redundancia) es saber cuándo parar. También en diseño, a veces menos es más. Hay mensajes que entre más cortos y concisos, mejores.
Al tratar de educar a mis hijos por el camino de la Torá, lo cual a veces no es fácil en un ambiente secular, he notado que pidiendo menos logro más.
Un día, por enécima vez le estaba recordando a mi hijo de decir una berajá antes de comer. Y la dijo pero con tono de fastidio. Hablé con él y le pregunté si quería que le siguiera recordando o no, y me dijo que no. Así que me abstuve. Al principio cuando se le olvidaba, me costaba trabajo no decir nada. Pero con el tiempo, él solo dice las berajot, y las dice tan bonito que valió la pena aguantarse.
Pero si están aquí es por algo. Si Hashem los mantiene aquí, ¿quiénes somos nosotros para despreciarlos o para restarle valor a su existencia?

10.- No podemos saber el propósito de la existencia de cada ser humano que conocemos.
Pero si están aquí es por algo. Si Hashem los mantiene aquí, ¿quiénes somos nosotros para despreciarlos o para restarle valor a su existencia?

11.- El verdadero exilio lo tenemos dentro de nosotros.
Si, ya sé que el título dice las 10 cosas que he aprendido, pero se me “pegó” esta última y creo que es importante.
La falta de tolerancia hacia las diferencias que he notado, empezando por mí misma, al empezar este maravilloso camino de la Torá, creyéndome con la verdad última del mundo, que la Torá sí lo es, pero no necesariamente mi interpretación de ella. Para poder llegar a decir eso me falta un camino muy largo de estudio, de reflexión y de cambios en mis rasgos de carácter, y aun así, quizá no llegue a saber cuál es la verdad última para poder transmitirla.
Pero sí he logrado aprender algo es esto: mi vida, mis experiencias mi reflexión me llevaron a seguir este camino. Cada uno tiene derecho a llegar al suyo propio ( el cual no necesariamente será el correcto). Y así creo que Hashem lo decide, porque si no, ¿por qué hay tantas diferencias? Y no me refiero sólo a los que siguen los lineamientos de la Torá y a los que aún no siguen todos los lineamientos de la Torá. Me refiero a todos los yehudim. Desde chica, me ha dolido tanto oír cómo nos llamamos entre yehudim, según nuestro origen, con nombres que a veces tienen tono despreciativo. Peleas entre hermanos si tal Mitzvá es mejor hacerla así o de otra manera. Yo no soy quien para juzgar quién tiene la verdad. Pero mientras no haya amor y unión entre nosotros, ¿cómo podemos salir del exilio?
Aún sigo caminando. Y estoy segura de que aprenderé muchos más puntos, Beezrat Hashem, y Le agradezco el privilegio que me otorgó de así poderlo hacer.

4 comentarios:

Anónimo dijo...

Muy interesante y piola, los felicito !

Anónimo dijo...

Felicidades, y felicitaciones a los de Judaismo virtual que te publicitaron

Anna Fogel

Anónimo dijo...

Futher mom dijo...

Estoy mas que de acuerdo!
El verdadero sabor de Shabat es sentir que uno entra en un tiempo sin dimenciones en donde todo toma otro sabor, la comida, la compañia, el descanso, tu libro, todo es distinto.
Que no hay donde ir, ni a donde correr, lo que hiciste ya esta y lo que no sera en otro momento.
El la sensacion de haber llegado, de no tener mas a donde ir.

Anónimo dijo...

Muy lindo, me gusto este articulo aunque no estoy de acuerdo necesariamente con todo, por ejemplo que no se puede cambiar a nadie, creo que lo que es imposible es elegir por alguien pero..el influenciar puede ser fuerte..espero que puedan influenciar mucho con el blog, adelante¡.