25.11.08

¿Tus hijos van a poder elegir?

BS'D
Uno de los miedos más grandes para nuestros familiares cuando uno se empieza a acercar a la Torá es si nuestros hijos van a tener la posibilidad de elegir libremente.

La respuesta es No. No van a poder elegir libremente.

Porque hay cosas que los hijos eligen y hay cosas que no.
Eligen qué remera ponerse, qué golosina quieren comer o el osito para irse a dormir.
Pero no eligen el barrio en el que viven, el colegio al que los mandan, el club al que van, los amigos (son una consecuencia del barrio, el colegio y el club), el tipo de comida que hay en la casa, ir al dentista, darse vacunas, los padres que tienen y el tipo de educación que van a recibir.

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Los hijos en edad escolar no toman ninguna decisión de peso. Eso es absoluta responsabilidad de los padres. Y eso pasa en cualquier casa. Judías, católicas o ateas.
Sólo cuando ellos crezca y se empiecen a independizar tomarán sus propias decisiones.
Obviamente que esas decisiones van a estar muy influenciadas por la educación que recibieron de chicos.
Pero es así como funciona la relación padre/hijo.

Padres vegetarianos le van a enseñar a sus hijos las virtudes de comer frutas, verduras y legumbre y las desventajas de comer carne, porque ellos creen que es la mejor alimentación que les pueden dar.
Los padres siempre queremos lo mejor para nuestros hijos y estamos dispuestos a hacer todo lo que está a nuestro alcance para criarlos según lo que creemos que está bien.

Los padres no somos unos déspotas que queremos imponer a nuestros hijos costumbres arcaicas que los alejen del mundo moderno.
Todos los padres queremos tener hijos felices, sanos y que puedan elegir libremente.
Y así como nuestros padres nos dieron todo lo necesario para lograr estos objetivos, así nosotros también estamos en el camino de darle a nuestros hijos lo que pensamos que es lo mejor para ellos.

Para nosotros la Torá y las Mitzvot no son una carga sino herramientas para perfeccionarnos.
Comprobamos que la Torá es para el día de hoy, que sus Mitzvot ayudan al hombre a elegir bien y que, en lugar de coartarlo, lo elevan.
Una persona que logra dominar sus pasiones es una persona libre. Sus decisiones dependen de sus pensamientos y no de sus impulsos.
Una educación que se basa en esta idea consideramos que es el mejor regalo que les podemos hacer a nuestros hijos.

Mucho más si tenemos en cuenta que una educación con Torá no es algo improvisado o un nuevo enfoque. Sino que es una educación que hace 3000 años que viene dando sus frutos. Igualmente, que nuestros hijos estén de acuerdo con la educación que les damos y que luego quieran educar a sus hijos de la misma forma ya es una decisión que está fuera de nuestro alcance.

Nosotros solamente les podemos transmitir, fundamentalmente con el ejemplo, qué es lo que creemos que está bien y qué no. Nada más. El resto corre por cuenta suya.

Todo o nada

Uno de los mitos que frecuentemente se debe romper cuando una persona comienza a acercarse al judaísmo, es que el judaísmo es un sistema de 'todo o nada'. La gente observa al religioso desde afuera y piensa que esta persona, cumple con la totalidad de las mitzvot. Peor aún, cree que no hay otra forma de acercarse al judaísmo que "convirtiéndose" en una más de estas personas. Lo ven como la única opción de vivir su judaísmo.

Pero el judaísmo no es un sistema donde lo haces todo o no haces nada, hay millones de pasos o peldaños, tantos como quieras ponerle a tu propia escalera. Muchas veces, nos cuesta entender esto, porque pensamos que, si de todas formas no vamos a hacer todo a la perfección, tal y como lo plantea la Torá, entonces, ¿de qué vale el esfuerzo en un ínfimo detalle?

Aunque sea difícil de entender, esos pequeños esfuerzos valen. Cada acción que logramos realizar de acuerdo a los lineamientos de la Torá, nos hace vivir una vida mejor, ser mejores personas y acercarnos a Dios.

Pero, el punto al que quiero llegar va un poco más allá. Con esfuerzo logramos entender este concepto y nos proponemos pequeños pasos, realizar algunas mitzvot, las que nos resultan más interesantes o, a veces, porque no decirlo, las que son más fáciles para nosotros. Y cuando empezamos a comprometernos con algunos pasos, nos volvemos a enfrentar a este mito pero esta vez en otro nivel. Sí. Ya entendimos que el judaísmo no es todo o nada. Ahora creemos que cada mitzvá es todo o nada. Y tal vez, para sorpresa de muchos, tampoco lo es.

Déjenme contarles lo que me pasó.

Luego del nacimiento de mi bebé, hace poco más de un año, se me hizo muy difícil retomar mis horarios y mi orden de tefilá. A pesar de que al estar al cuidado de niños pequeños, la obligación de rezar para una mujer es menor, de alguna manera yo necesitaba reprogramar mis reuniones diarias con Dios.

Cada vez que veía un momento libre en el ajustado horario de la mañana, tomaba mi sidur y justamente cuando llegaba a la sección donde ya no puedes interrumpir, los niños comenzaban a pelear o necesitaban ayuda o el bebé tenía hambre, o algo. Pero siempre pasaba algo que cortaba mi tefilá y me dejaba con una tremenda sensación de vacío y de frustración.

Así pasé meses, tratando de ordenarme en este aspecto tan importante de mi vida y de mi relación con Dios. Pero honestamente, mis intentos no daban muchos frutos.

Finalmente, hace algunos meses me di cuenta del error garrafal que estaba cometiendo. Analizando mis intentos frustrados, llegué a una conclusión muy simple que había estado pasando por alto. Estaba tratando de hacer "demasiada" tefilá. Lo que quiero decir, es que estaba intentado decir una tefilá muy extensa y que dadas mis condiciones en ese momento, era poco probable que lo lograra.

Empecé una lucha interna donde por un lado me decía que no era lo mismo hacer una tefilá más "abreviada" que la tefilá completa, por otro lado decía, que como dice el dicho "peor es nada". Me di cuenta que así como el judaísmo no es todo o nada, cada mitzvá en particular tampoco es todo o nada. Se puede hacer un poco de tefilá, un poco de tzedaká, estudiar un poquito de Torá, entre otras. Ya con esta idea clara en mi mente, tomé un libro para saber cuáles eran las secciones más importantes de la tefilá, las secciones por las que se debe priorizar en caso de tener poco tiempo, como era mi caso. Las marqué en mi Sidur y me propuse intentar retomar bajo este nuevo esquema.

Una vez que comencé, experimenté una sensación increíble, lejos de sentirme frustrada y pensar "peor es nada", me llené de esa sensación de seguridad, serenidad y paz que me suele dar la tefilá. Mi conclusión era cierta, las mitzvot no son todo o nada. Aunque se ven muy grandes y a veces difíciles de alcanzar, siempre debemos recordar que podemos fraccionarlas e ir avanzando al objetivo final de la forma que podamos. Cada detalle, cada esfuerzo vale, y sobretodo, cada pequeño avance nos llena de una sensación impresionante de estar avanzando por el camino correcto.

Por Carol Ergas

Extraído de Aish Latino.

¿Dónde está escrito?

BS'D
Es probable que muchos de nosotros antes de acercarnos a estudiar Torá tuviéramos preguntas como éstas:

¿Dónde está escrito que las mujeres no cuentan para Minian?
¿Dónde está escrito que hay que esperar 6 horas después de comer carne para comer queso?
¿Dónde está escrito que hombres y mujeres tienen que rezar separados?
¿Dónde está escrito que no se puede prender la luz en Shabat?
¿Dónde está escrito que hay que rezar 3 veces por día?
¿Dónde está escrito que hay que cubrirse la cabeza?

Y también es probable que después de empezar a estudiar Torá surgieran preguntas como éstas:

¿Dónde está escrito que hay que tener televisores en todas las piezas?
¿Dónde está escrito que tengo que comer hamburguesas con queso?
¿Dónde está escrito que hay que vivir con el celular las 24hs?
¿Dónde está escrito que hay que hacerse tatuajes?
¿Dónde está escrito que hay que ir a Pachá todos los fines de semana?
¿Dónde está escrito que hay que leer el “Código Da Vinci”?

Hacer preguntas es la base del aprendizaje.
Sin preguntas, no hay respuestas.
No nos quedemos con dudas.
Busquemos, cuestionemos y volvamos a preguntar.

(Artículo sugerido por Dany Ch.)