16.4.08

La historia detrás de un brit

No suelo contar cosas que me hayan pasado a mí pero lo que me pasó hace un tiempo confirma que el mundo no está a la deriva sino que, por el contrario, hay un Capitán al mando del barco.

En octubre del 2006 viajé a Eretz Israel para estudiar en una Ieshivá. Tres meses me parecía mucho tiempo y no estaba seguro de poder aguantar una estadía tan larga. Mi familia me decía que iba a ser difícil estar sin mí tanto tiempo y a mí se me hacía más difícil tomar la decisión de viajar por tres meses.

Al final decidí viajar y cumplir un objetivo que venía postergando. La primera semana fue, digamos, de adaptación. Hacía 8 años que yo no compartía mi cuarto con otra persona. Me tuve que acostumbrar a que las reglas son distintas cuando estoy sólo que cuando estoy con gente. Rápidamente me integré al estudio, a mis compañeros de pieza, a la comida y a la cama nueva.

Después de un mes en Israel me encontraba muy cómodo y contento. Finalmente, estaba adaptado. Fue entonces cuando descubrí que quería quedarme más tiempo. La fecha del pasaje de vuelta volvía a ser una preocupación. Antes, porque eran muchos días, ahora porque sentía que eran pocos. El problema era que yo ya había fijado mi fecha límite de regreso con mi familia para fines de enero.

A partir de finales de noviembre la misma escena se repetía casi todas las semanas cuando hablaba con mi familia: yo pedía que me dieran permiso para "estirar" el pasaje pero ellos me pedían que volviera en fecha. Que sí, que no, que sí, que no, hasta que al final me dijeron: "está bien, pero no más de 20 días más”. No lo pude hacer más largo porque me presentaron un argumento irrefutable: acordate que vas a ser tío de un varón –me dijeron- y no te podés perder el brit milá.

La esposa de mi hermano estaba esperando familia para el 27 de febrero. Todo cerraba para llegar justo para el brit. Pero como dice el dicho: "El hombre propone y D-s Dispone". Ir a la agencia de viajes a cambiar mi ticket creí que iba a ser un simple trámite pero ahí me enteré que no había pasajes hasta el 8 de marzo. ¿Qué? ¿8 de marzo? ¿Con qué cara llego un día después del brit milá? Me anoté en lista de espera y pedí que me buscaran una fecha para salir cerca del 20 de febrero.

Cuando le conté las novedades a mi familia no hacía falta ser profeta para saber cuáles serían las respuestas desde Buenos Aires. ¿Entonces no vas a venir al brit milá de tu sobrino? ¡Al final es verdad lo que dicen de los religiosos! ¡Estás separándote de la familia! ¡No te importa nada! ¡Ni tus hermanos, ni tus padres, sólo te importa la religión! ¡Hay que mirar al futuro, basta del Viejo Testamento! ¡No estamos en la edad Media! Me dijeron eso y algunas cosas más, todas parecidas También hablé con mi hermano y, como era de esperar, tampoco le gustó mucho mi propuesta de llegar el 8 de marzo.

Durante enero llamé todos los días a la agencia y a los familiares que tenía en Israel para que me ayudaran pero no encontré ningún vuelo para mediados de febrero. Y tampoco quería volver a fines de enero. Aún sentía que tenía mucho más por aprender en la Ieshiva y que si me iba el viaje quedaría incompleto.

Hablé mucho con los Rabanim para que me asesoraran en esta situación. Finalmente, pude cambiar la fecha de regreso para el 6 de marzo. Así, arribaría a Buenos Aires el 7, justo a tiempo para el brit milá. Tuve una nueva conversación telefónica con mis padres quienes, entre lágrimas (no sé si de alegría o de tristeza), accedieron al cambio de vuelo.

Una vez que había resuelto ese tema, dos tefilot comenzaron a tomar más fuerza en mí. La primera era que el bebe naciera sin problemas, con salud, sin riesgos tanto para él como para la madre. Y la segunda era para que tuviéramos shalom bait (paz dentro del hogar) en mi casa. Yo estaba agradecido con mis padres por permitirme viajar y por dejarme extender el viaje y no quería decepcionarlos.

Hashem es el que dispone todo lo que pasa en el mundo que Él creó. Mi cuñada dio a luz a un hermoso bebito el día 21 de febrero. Me alegré mucho realmente, porque uno de mis pedidos había sido respondido. Pero esta noticia me dejaba en una situación incómoda. Mi segundo pedido era imposible que se cumpliera. Ahora no iba a llegar en fecha para el brit. Desde Jerusalem sólo imaginaba lo peor al llegar a Buenos Aires: la familia enojada, quejas y caras largas.

Pero aprendí que de algo que no parece bueno a nuestros ojos, no hay que apresurarse para sacar conclusiones. El bebé, durante sus primeros días estuvo un poco amarillo, con bilirrubina alta. Algo bastante frecuente entre los bebés. El Mohel lo revisó y dijo que el brit así no se podía realizar. Había que esperar a que se llegara a un determinado nivel y se volverían a contar 8 días cuando el nivel empezara a bajar.

Los días fueron pasando y todo se retrasó hasta el 7 de marzo, el día en que arribaba de vuelta a Buenos Aires. El brit milá se programó para la mañana, un rato después de que pisara suelo argentino. Gracias a D-s, aterrizamos a las 7:30 am, el brit era a las 9:00 am. Otra vez, números redondos. Mi hermano mayor me había ido a recibir a Ezeiza. Cuando lo vi, me dice: " Tuviste suerte. Hasta ayer a la noche todos los vuelos aterrizaban en Córdoba, por un desperfecto técnico".

Ese día, en casa, sólo hubo felicidad. Felicidad por la simjá del brit y por mi retorno (después de todo) a tiempo. El Mundo siempre tiene un Conductor aunque a veces no podamos reconocer el camino que toma. Al final, Baruj Hashem, pude llegar al brit, sin descuidar mi estudio en Eretz Israel. Y, justamente, son el estudio de Torá y el brit milá dos de las razones más importantes que nos mantienen vivos como pueblo y que nos hicieron llegar a este momento.

Nico Sabbagh

7.4.08

10 consejos para disfrutar del Seder de Pesaj

Ya pasó Purim y empezamos con la cuenta regresiva para Pesaj.

Reproducimos un artículo publicado en Aish Latino escrito por el Rabino Yaacov Palatnik

Enfrentémoslo, todos hemos experimentado algún Seder realmente aburrido o que terminó convirtiéndose en una cena familiar sin ningún significado. Para lograr traer más significado y placer al Seder familiar prueba lo siguiente:

1. Anda a una tienda barata y compra "efectos visuales" para las plagas. Cuando llegues a esa parte en la Hagadá, tira un montón de ranas...vacas de plástico y animales...serpiente y arañas...pelotas de ping pong (granizo)...lentes de sol (oscuridad)...Se creativo y divertido. A los niños (y a los adultos) les encantará.

2. Compra algunos premios baratos para los niños. Cuando hagan alguna buena pregunta (que es lo que estás tratando de estimular), les entregas un premio. Entrega también premios por preguntar las Cuatro Preguntas, para los buenos cantantes, etc... Los niños se mantendrán ocupados jugando con sus premios (muñeca, soldado, etc.) hasta que piensen otra buena pregunta y la digan.

3. Explica a todos que en la noche del Seder son como miembros de la realeza. Y como los reyes y las reinas no se sirven a sí mismos, cada uno tiene un "compañero servidor" que le llena su vaso de vino o jugo de uva (o una combinación de ambos) en el momento apropiado. Las personas se buscan una pareja y se divierten mucho con esto.

4. Lee la Hagadá en el lenguaje que mejor entiendas. Eso significa que leerla en español está bien. Comparte la lectura dando turnos alrededor de la mesa.

5. Está bien parar durante la lectura para una buena discusión del tema de ese momento. Quizás quieras preparar algunas preguntas por adelantado para hacerle a las personas, tales como: - "Si la Hagadá nos dice que aún somos esclavos y no libres, nuestra definición de libertad debe ser muy distinta. Somos judíos viviendo en países democráticos ¿No somos libres acaso? ¿Cuál es la definición judía de la libertad?". - "¿El próximo año en Jerusalem? ¿Cuántos de nosotros queremos realmente vivir en Israel? ¿Qué significa para ti la tierra de Israel?" - "El hijo sabio no suena tan sabio. El no parece saber nada. ¿Cuál es la definición de sabiduría del judaísmo?". No hay tal cosa como una pregunta tonta. Fomenta una atmósfera en la que la gente se sienta cómoda para hacer preguntas sobre lo que dice en la Hagadá. Una vez que alguien haga una pregunta, invita a todos a pensar en la posible respuesta, y/o buscar en la Hagadá para encontrarla.

6. Dile a todos que coman una comida liviana antes de venir al Seder. De esa forma no estarán con demasiada hambre y con ganas de pasar rápido la Hagadá. Esto no es una cena cualquiera - ¡la lectura y discusión de la Hagadá es todo el motivo de la noche! Hazle saber a todos por adelantado que leerán la Hagadá y discutirán temas mucho antes de comer. No dejes que la comida se transforme en el centro de atención.

7. Asígnale a algunos invitados temas para presentar. Por ejemplo, dale a alguien la sección de "Los Cuatro Hijos" y hazlos aprender y discutir el significado detrás de cada hijo para presentarlos ante todos en la mesa.

8. Usa las mismas Hagadot para que todos puedan seguir el Seder.

9. Si estás intentando cambiar el foco de atención del Seder familiar hacia algo mas significativo, intenta hacer el Seder en tu casa este año (la ventaja de "jugar de local"), e invita siempre personas que no son de la familia. Cuando hay "invitados" incluso el más cínico de los parientes se comporta de la mejor manera. Pruébalo, funciona.

10. Además del sitio de Pesaj de AishLatino.com, usa el "The Passover Survival Kit" de Shimon Apisdorf. Está disponible en librerías locales y lleno de buenos consejos y comentarios para hacer un Seder entretenido y significativo. Es también una excelente fuente de preguntas para estimular la conversación, ideas para cada sección de la Hagadá y más.

1.4.08

Confía

Hace pocos días nos habíamos puesto de acuerdo en familia para comenzar a respetar la mitzvá de kashrut. Después de algunos arreglos necesarios, empezamos sin dificultades. Era mucho más sencillo que lo esperado, y el cumplimiento de la dieta no ofrecía inconvenientes.

Sin embargo, el jueves por la tarde se presentó un problema al recibir a través del correo electrónico dos invitaciones simultáneas para el próximo domingo. La primera era para el encendido de las luminarias de Janucá en una plaza pública. La segunda era una fiesta de cumpleaños con asado y fútbol de un ex compañero de estudios universitarios que iba a realizar en su campo, alejado de la ciudad. Evidentemente, nos resultaría imposible estar en los dos lugares al mismo tiempo ni tampoco estar un rato en cada lugar, así que tendríamos que elegir entre el tentador asado y participar del encendido de las luminarias.

“No sabía que comías kasher” -se sorprendió cuando le conté a mi compañero de estudios por teléfono- “yo también soy judío, pero como te imaginarás, no cumplo con esos preceptos. De cualquier modo me gustaría que vinieras. Tal vez puedas hacer una excepción esta vez”.

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Cuando terminamos de hablar me pregunté porque no le había dicho en forma directa que no iría. Es que realmente aún no estaba decidido. Después de todo, hace pocos días que habíamos empezado con esta mitzvá y, como había dicho mi amigo, pensaba en que tal vez pudiera hacer una excepción esta vez. Más aún, empecé a darme cuenta de las implicancias reales, no previstas, que el cambio traía. ¿Cuan firme debía ser mi voluntad? Era evidente que el cambio no era solamente en relación a la comida sino también en el aspecto social: ¿acaso el cumplimiento de este precepto debía limitar mi relación con la gente?

Como no estaba resuelto, lo único que pude hacer en ese momento fue esquivar el tema, tratando de olvidarlo, sobre todo porque todavía tenía tiempo para decidir. Mientras tanto, el viernes por la noche asistimos en familia al Kabalat Shabat y el sábado al servicio de rezos.

Lo que sigue en este relato no puedo explicarlo de modo racional, pero lo cierto es que al finalizar el Shabat sentí un `clic´ repentino. De todas las Tefilot que había leído, una de ellas quedó grabada en mi mente; una que comienza con las palabras “Confía en Di-s...”. Y a partir de allí, inexplicablemente, se aclaró mi visión en relación a este asunto. Mi confianza se afianzó y mi balanza personal se inclinó hacia el lado correcto.

El sábado por la noche, después de Shabat, llamé a mi amigo para felicitarlo por su cumpleaños, y sin dar excusas le avisé que lamentaba no concurrir. “Ok, no hay problema, te entiendo” -me dijo de modo tranquilizador- “Cualquier día de estos nos podemos encontrar y me contás como es eso de comer kasher”. ¡Sorpresa!: no solo no se había molestado, sino que también estaba interesado en conocer sobre kashrut.

Sin duda, yo ya estaba mucho más animado en relación a mi elección aunque, para ser sinceros, me había quedado con las `ganas´ de comer aquel asado.
Así, el domingo por la tarde fuimos con mi esposa al encendido de las luminarias. Durante un breve descanso en la actividad, me senté junto a un amigo del templo. “¿Te avisaron?” – Me preguntó sonriendo – “el Rav nos invita mañana a comer un asado”, y mi rostro de pronto se iluminó.

Podemos llamarlo casualidad, podemos llamarlo pequeño milagro, o podemos llamarlo como se quiera, pero les aseguro que el placer de compartir esa inesperada comida kasher junto a otras personas que también iniciaron su acercamiento a nuestras raíces sobrepasó en mucho al de cualquier otra que recuerde. `¡Confía!´, dice la Tefilá. En algún momento, inesperadamente, la recompensa también llega.

Jorge Dobry
jorgedobry@hotmail.com

Extraído de la Enseñanza Semanal que edita Jabad Lubavich
www.jabad.org.ar